Anteriormente a la asistencia al seminario no tenía ningún conocimiento previo de en qué consistía la “ciencia abierta”, ni siquiera tenía claro el propio concepto de “Open Science”.
En principio, ese fue uno de los principales motivos para cursar el seminario: conocer en qué consiste la “ciencia en abierto”, ya que actualmente, estoy en mi primer año de doctorado, pero mi experiencia laboral ha estado en relación directa con la ciencia durante los últimos seis años, por lo tanto, tenía curiosidad por descubrir este nuevo ámbito.
Gracias al seminario he aprendido que el concepto de “ciencia en abierto” se basa en una filosofía o metodología de trabajo que pretende situar la ciencia en particular y el conocimiento en general, al alcance de toda la sociedad. Por tanto, he comprendido que la “open science” empieza con la compartición de información desde el momento de la creación y la generación de datos (e incluso, de las propias ideas), pasando por la descripción de la metodología y los procedimientos utilizados durante el proceso de obtención de datos (equipos, materiales, softwares y cualquier herramienta utilizada) y continuando con la difusión de los resultados, las teorías y las conclusiones obtenidos. De tal manera, que toda esta información pase a formar parte de grandes bases de datos cuyo acceso sea público de manera automática y global.
También he conocido que existe el programa FOSTER (Facilitate Open Science Training for European Research), el cual trabaja con el objetivo de ayudar a los distintos miembros de la comunidad científica y educativa (estudiantes, investigadores,…) a promover la ciencia de acceso abierto, tratando de mantener una concordancia con las metodologías investigadoras que existen en la actualidad.
Por otra parte, he comprobado que existen multitud de plataformas, blogs y webs para compartir datos, algunos de las que recuerdo (a modo de ejemplo) son: http://es.creativecommons.org/blog/, http://cienciabierta.blogspot.com.es/, open science framework (https://osf.io/). En especial, me resultó muy curioso un trabajo titulado “Open Science: One Term, Five Schools of Thought” de los autores B. Fecher y S. Friesike (http://ratswd.de/dl/RatSWD_WP_218.pdf), que se basa en una revisión bibliográfica que tiene como propósito clasificar las distintas habilidades, aspectos o disciplinas científicas, incluyéndolas dentro de cinco escuelas del pensamiento: i) escuela de la infraestructura (que se ocupa de la “technological architecture”), la escuela pragmática (que domina la “collaborative research”), la escuela democrática (que se refiere a la “access to knowledge”), la escuela de medición (que se centra en la “alternative impact measurement”) y la escuela pública (que trata la “accessibility of knowledge creation”).
Además, he aprendido conceptos que desconocía, como por ejemplo: “repositorio de datos (depósito o archivo en el que de forma centralizada, se almacena y se conserva información digital, por ejemplo el http://www.opensciencedirectory.net/)” o “data mining (consiste en la extracción de información en grandes bases de datos)”. Desde mi punto de vista, los repositorios de datos son una opción ideal para almacenar trabajos como Proyectos Fin de Grado, Trabajos Fin de Máster y Tesis Doctorales, entre otros, ya que son documentos de carácter público y estos depósitos permiten su conservación y su continua recuperación.
En cuanto a mi opinión a la hora de practicar la “ciencia abierta”, me parece que a pesar de sus ventajas (dar solución a problemas o desafíos actuales, encontrar conexiones y colaboraciones, obtener impacto y reconocimiento social, contribuir al crecimiento de la economía,…), el principal riesgo que corre un “open scientist” es claramente la posibilidad de plagio (causando con ello la falta de reconocimiento del trabajo realizado). Como comentaron en el seminario, los “datos” y las “ideas” no están amparados por la ley de propiedad intelectual, por lo que para evitar dicho plagio, la actuación más reservada sería generar los datos, analizarlos y compartir los resultados únicamente entre grupo de investigación que sean afines, complementarios y sobretodo colaboradores, asegurando una actuación de protección y confidencialidad hacia los mismos.
Tras la generación de esos datos y la discusión de los resultados, existen dos posibilidades para publicar: “cerrado” / “abierto”.
- a) Si se escoge la opción “cerrado”, en el seminario se explicó que algunas revistas tiene el documento “retenido” durante un tiempo y tras un plazo establecido, lo ponen en acceso “abierto”.
- b) Si se escoge la opción “en abierto”, existen dos alternativas:
– publicar el archivo “pre-print”: documento que se envía a la revista para que lleven a cabo su evaluación.
– publicar el archivo “post-print”: documento en el que se evalúan las aclaraciones, sugerencias y/o correcciones de los “reviewers”. En muchas revistas, permiten publicar este documento, de manera paralela a la publicación del “paper” en la propia revista.
El principal problema que podemos encontrar muchos investigadores si se desea llevar a cabo la publicación en abierto son los costes de la misma (los cuales suelen ser muy superiores en comparación con el formato “cerrado”). Sin embargo, en el curso aclararon que existen proyectos europeos que ayudan con dichos costes.
Como persona que trabaja en investigación, opino que el concepto de “ciencia abierta” es por un lado, un gran avance desde el punto de vista de publicar los artículos “en abierto” y compartir datos con grupos colaboradores (favoreciendo una mayor difusión de los resultados y aprendiendo de los trabajos anteriores), pero por otro, una utopía si se trata de compartir las ideas y los datos (pues a pesar de confiar en la honestidad y la moralidad de los integrantes de la comunidad científica, siempre existe el riesgo de plagio, que supone el fracaso de un largo periodo de tiempo de trabajo).
Por todo ello, me gustaría concluir con la reflexión final:
#IamAnOpenScientistBecause I would like that everybody knows the science, at the same time, I would like protect my work and my effort, in order to avoid the plagiarism in an innovative research.
Lidia Muñoz Fernández