Estimados compañeros, me llamo Eduardo Herranz y en la actualidad estoy embarcado en el doctorado en Ciencia y Tecnología Informática del departamento de Informática de la Universidad Carlos III de Madrid.
El propósito de este post no es más que hacer un breve resumen de lo que considero más relevante del seminario y aportar mi humilde opinión en cuanto a las implicaciones de este movimiento en el entorno actual.
En primer lugar, dejar patente mi desconocimiento del Open Science antes del seminario y, sinceramente, lo interesante del tema en cuestión.
A pesar de lo que inicialmente alguno pudiera creer (el que escribe, por ejemplo), el movimiento Open Science no sólo implica hacer accesibles todas las publicaciones, sino que aspira a mucho más. En esta línea, Open Science pretende cubrir todo el ciclo de vida de una investigación, desde la generación de ideas hasta la difusión de los resultados, incluyendo, eso sí, el ciclo de vida de los datos.
El acceso a los datos fuente es básico. No basta con disponer de los datos que se muestran en las tablas o figuras de cualquier publicación, sino que es imprescindible una plena compartición de datos para facilitar la reutilización de la investigación y, en muchos casos, reiniciarla con distintos resultados. Para ello, se antepone como necesario disponer de un DMP (Data Management Plan) realista, dinámico, abordado desde el inicio de la investigación y creado de manera conjunta con los colegas de investigación.
Independientemente de las distintas escuelas de pensamiento, los principales argumentos por los que abrazar esta nueva disciplina aperturista están relacionados, entre otros, con el incremento en el alcance de las investigaciones y sus resultados. Asimismo, se trata de reducir duplicidades y el tiempo de publicación para, en consecuencia, acelerar el ciclo de investigación de la comunidad científica. Sólo de esta manera, se podrán llevar en tiempo las ideas al mercado y generar innovación que contribuya a la mejora de la sociedad.
En el actual entorno investigador, es plausible la priorización de factores en la investigación que poco tienen que ver con la contribución de la investigación a la sociedad, al menos como objetivo principal. El factor de impacto de las publicaciones y la obligatoriedad de publicaciones JCR parecen estar distorsionando el objetivo final. Para intentar reconducir el asunto, el movimiento Open Science plantea una serie de métricas alternativas a la hora de evaluar el impacto de una investigación. Ya no se trata de ir sumando publicaciones con un determinado factor de impacto, sino de considerar otro tipo de métricas, como, por ejemplo, el número de citas. Centrarse en el factor de impacto distorsiona claramente la reproducibilidad de una investigación.
Con buen criterio, el programa marco Horizon 2020 de la Unión Europea no se ha quedado al margen de este movimiento Open Science e incluye recomendaciones al respecto para maximizar el impacto de los resultados de investigación. Para ello, se hace imprescindible un planteamiento de Open Access, mientras que es recomendable una gestión correcta de los datos a través del Open Data, aún en versión piloto. Es esencial llevar la innovación al mercado y que no se quede en el laboratorio.
A pesar de los beneficios que se anticipan, parece que la implantación del Open Science se verá las caras con muchos agentes. Por un lado tenemos a las instituciones universitarias y al personal institucionalizado, generalmente poco proclives al cambio, sea cual sea su naturaleza. Parece que sólo a través de la imposición y de los incentivos, los investigadores, sus grupos y la universidad en su conjuntos pondrán en marcha los mecanismos necesarios para contar, por ejemplo, con una canal de financiación para publicaciones en abierto o con una infraestructura común para disponer de un buen Data Management Plan (DMP). Efectivamente, esto no quiere decir que uno mismo (yo mismo, en mi tesis) no pueda disponer de un DMP, pero se trata de acercar la ciencia abierta reduciendo barreras, no levantándolas.
Ahora, la guinda en el pastel se la lleva el sistema de evaluación del personal docente e investigador. No hay lugar a dudas que los sistemas de evaluación deberán cambiar en línea con la ciencia abierta y tener en cuenta otro tipo de métricas ajenas a las publicaciones y su factor de impacto (número de citas, contactos con empresas, …). Si esto no cambia, misión imposible, al menos con el alcance que debiera. Y ya no sólo a nivel de carrera universitaria, sino también en los criterios a la hora de poder defender tu tesis en determinados programas de doctorado. El “JCR power” está muy extendido.
En resumidas cuentas, la percepción tras el seminario es de ilusión y, también, de cierta incredulidad. Empiezo por el final. Incredulidad porque este movimiento no cobre, y haya cobrado, más presencia y fuerza, en el ámbito investigador. Tras conocer las implicaciones y sus beneficios, no entiendo otro camino. Incredulidad también por el poco apoyo institucional (tanto de universidad como de Ministerio) sin el cual será muy complicada su materialización. Si no cambian los criterios de evaluación del personal docente e investigador, se minimizará el incentivo para publicar en abierto y el foco seguirá siendo publicar, cuanto más mejor, en revistas con un determinado factor de impacto. Que tengan, más o menos, impacto real en la sociedad, será un objetivo secundario. Y, por fin, ilusión porque los valores sobre los que se sustenta el movimiento parecen sólidos y válidos a todas luces. Ilusión porque dos de sus principales pilares (Open Access y Open Data), la primera de ellas –Open Access- sea ya una obligación en el marco del Horizon 2020. Al final, o se incentivan estas prácticas abiertas o todo quedará en un buen propósito.
#IamAnOpenScientistBecause debe primar la co-creación frente al individualismo.