Transparencia. Reproducibilidad. Diseminación. Estas son las ideas clave de la filosofía Open Science según los expertos de los que tuvimos oportunidad de aprender durante el workshop Winning Horizon2020 with Open Science. Este nuevo paradigma supone un cambio en todo el proceso asociado a un trabajo de investigación, desde la planificación del proyecto hasta su futura preservación y reutilización, pasando por la inevitable etapa de difusión de resultados.
No son pocos los que opinan (o, mejor dicho, opinamos) que el statu quo establecido en investigación para la publicación de resultados y la evaluación de méritos de los investigadores no responde a los intereses de la sociedad, ya que obliga a los distintos actores involucrados a desviar el foco de atención lejos de los aspectos que resultan realmente importantes para el avance de la ciencia.
No es de extrañar, por ello, que las instituciones públicas que se dedican a la financiación de la investigación (y, más en concreto, la Comisión Europea a través del programa Horizonte2020) concedan una importancia creciente al impacto que los trabajos de investigación tienen en la sociedad desde un punto de vista global, más allá de los manidos parámetros tradicionales (factor de impacto, etc.). La compartición de toda la información generada durante un trabajo científico, que puede resultar útil, de formas a veces inimaginables, para otros grupos de investigación, va a tener una importancia creciente en los años (y décadas) venideros, como puntualizaron Ivo Grigorov y el resto de participantes del panel de discusión. En este contexto, también vimos que es indispensable contar con un plan de gestión de datos, para que la tarea no se torne inabarcable.
En mi opinión, resultan difícilmente rebatibles las ventajas que supone compartir datos, procesos y, en general, conocimiento, para el conjunto de la sociedad. Como ingeniero, me resulta difícil imaginar qué sucedería si, por ejemplo, cada uno tuviese que dedicar años a inventarse todo un sistema operativo antes de usar algo tan mundano como nuestro ordenador. Como enunció Bernando de Chartres y suscribió Newton, si vemos más lejos es porque “estamos sentados sobre los hombros de gigantes”.
Actualmente, formo parte de un grupo de investigación dedicado a concebir sistemas inteligentes en el ámbito de los medios de transporte, usando técnicas como las que nos proporciona la visión por computador (o visión artificial). Diariamente y con total naturalidad, utilizamos herramientas software específicas Open Source, como las librerías OpenCV o la arquitectura de computación ROS, que favorecen enormemente el avance de nuestros proyectos por contar con miles de personas involucradas en su desarrollo o, simplemente, dispuestas a responder cualquier duda que se nos plantee, prácticamente al instante y de forma gratuita. Pero no solo eso; en Internet contamos con numerosas bases de datos que permiten acelerar el desarrollo de nuestras plataformas de investigación y comparar, de forma inmediata, los resultados que obtenemos a través de nuestra metodología con los procedimientos más punteros en el área. Por ejemplo, la base de datos KITTI (Karlsruhe Institute of Technology/Toyota Technological Institute) constituye un formidable compendio de información recogida por distintos sensores durante el recorrido de un vehículo durante kilómetros de carretera. En ningún caso dudamos de las ventajas que todo ello supone en nuestra labor habitual.
Alguno de mis compañeros, por su parte, ha utilizado el progreso de su investigación para poner a disposición del público una base de datos de peatones capturados mediante un sensor infrarrojo; además, en nuestro grupo se cuenta con varias publicaciones en revistas Open Access. Sin embargo, mi percepción es que aún hay un muy largo camino que recorrer, tanto en nuestro caso en concreto, como en toda nuestra Universidad y, de forma más general, en todo el país, si queremos no perder otro tren que ya es una realidad en los países más avanzados de nuestro entorno.
Los jóvenes investigadores tenemos que poner de nuestra parte pero, siendo sinceros, creo que resulta complicado implicarse en algo con unas consecuencias inmediatas tan imprevisibles cuando lo habitual es verse obligado a “sobrevivir” en el mundo de la investigación a través de procedimientos en los que resulta poco probable que el esfuerzo dedicado a estos menesteres sea valorado en alguna medida.
Quizá necesitamos también que los responsables, tanto de los distintos estamentos de la Universidad (y esto incluye desde los tutores/directores de nuestras tesis hasta el rector) como de las siempre perezosas instituciones públicas, tengan una visión de más largo plazo en la que el conocimiento pase a ser valorado en su justa medida por su potencial para mejorar la realidad. Esto engloba, de manera muy especial, a las empresas privadas, a las que parecen querer atribuir un papel crecientemente importante en la financiación de los centros de investigación y que, con honrosas excepciones, tienen una actitud más que recelosa hacia la difusión del conocimiento generado bajo su paraguas.
Por supuesto, creo que también hay retos que superar a nivel global, donde, de igual manera, se requiere un liderazgo más claro en determinados aspectos. Por ejemplo: existen repositorios ampliamente conocidos de código (p. ej. Github), con una enorme infraestructura detrás, que resultan realmente útiles para todos aquellos que trabajan con software Open Source; sin embargo, parece que la publicación de datos específicos de determinadas disciplinas, que requerirían de un marco igual de elaborado, originaría en la actualidad más problemas que soluciones por la ausencia de plataformas adaptadas para ellos.
En mi caso particular, como investigador predoctoral, sé que durante los próximos años voy a generar datos, código, etc. que, tal vez, podrían resultar de utilidad fuera de estas paredes. Sin llegar a ser dogmático en mi planteamiento (tal y como puntualizaba Ivo Grigorov), me gustaría poder hacer que parte de él estuviese libremente disponible. No solo por el componente altruista y solidario (que, por supuesto, está presente) sino también por lo que ello puede suponer en términos de credibilidad, visibilidad y reconocimiento del trabajo realizado, al menos fuera de determinados ámbitos. Posiblemente, de acuerdo a las reflexiones que se lanzaron en el panel final, el servicio de biblioteca de la Universidad se encuentre siempre solícito a ofrecer medios para facilitar esta tarea, siendo esto algo que está aún por descubrir por mi parte. Ahora bien, si lo que nos encontramos por delante es un camino lleno de obstáculos, significará que, una vez más, estamos perdiéndonos una oportunidad de formar parte de la imparable corriente que avanza hacia delante.
Es sencillo, #IamAnOpenScientistBecause unity makes strength; es decir, la unión hace la fuerza. También en la ciencia.